viernes, 12 de agosto de 2016

UNA SEMBLANZA DE MONGOLIA

¡Sainbaná (hola) Mongolia!:
Una mirada a Mongolia
Amarbayasgalant, Jargalant, Khovsgol, Bayanzag, Tsetserleg… ¡Vaya nombres extraños! Pertenecen a ciudades y parajes de un país que, de primeras, nos causa una sensación de ser algo muy lejano a nosotros, y no solo en distancia… con lo cual descubrirlo fue aún más una grata sorpresa, pudiéndoos decir ahora que mereció la pena.
Porque indescriptible es la sensación de ascender la colina al atardecer para contemplar ese monasterio de Amarbayasgalant, aislado en mitad de un amplio valle; o acampar en ese paraje de cuento que es Jargalant, a orillas del río; en cambio el tercer término es un lago, “la perla azul de Mongolia”; en Bayanzag paseamos por las crestas de sus acantilados de fuego; el quinto es una ciudad con tres templos a cada cual más encantador y un mercado de esos en que lo mejor era dejarse perder; y podía seguir con la soberbia caminata que hicimos hasta Tovkhon khiid (khiid es monasterio), en la cumbre de una montaña, viendo cómo los lamas al amanecer hacían sonar sus caracolas para despertar al valle; o cómo nuestras pisadas se borraban inmediatamente por el viento que soplaba en las voluptuosas dunas de Khongoryn els; o el baño termal que nos dimos en Tsenkher; y… y no os atosigo más, con esto ya os habréis percatado que hemos vuelto fascinados con Mongolia.
Mongolia se nos asoma
con sus estepas salpicadas de gers

Monasterio de Amarbayasgalant
Sí, un país remoto pero que en nada se hace muy cercano, donde habitan unas gentes HOSPITALARIAS hasta más no poder, tímidas en un principio pero, una vez has logrado hacerte con ellas, y no es difícil, enseguida ofreciéndote una amplia sonrisa e invitándote a pasar a su casa para ofrecerte cuanto tienen. Unas casas que son de diversos tipos: de madera y con llamativos colores en los escasos y dispersos pueblos que hay; pisos de estilo soviético en las ciudades (salvo Ulan Bator, la capital, ninguna otra localidad supera los 20000 habitantes); y, la más característica: el GER, la típica tienda circular que se monta y desmonta en un momento, y que es la que permite su estilo de vida NÓMADA.
trasladando su casa

Y es que el mongol sigue prefiriendo su ancestral modo de vida. Y si ni a Gengis Khan, que llegó a tener el mundo en sus manos, lograron hacerle llevar una vida palaciega y sedentaria, a los actuales habitantes tampoco les doblegarán. Una razón de peso son las características del país: de inicio un clima que es tan extremo que no permite la maduración de las cosechas; luego existe una razón religiosa; y tercero está su gusto por la independencia, por no estar atados a nada. Aunque, en verdad, la causa principal es otra: ¡la sensatez!, ya que ese sistema nómada les permite ser autosuficientes. ¿Qué hubiera sido de ellos si cuando se fueron los rusos en los 90 hubieran optado por quedarse en las ciudades?, entonces sí tendrían grandes bolsas de pobreza, algo que hoy, gracias a esa forma de vida, no existe.

Cuidan del ganado (se dice que el mongol tiene 5 hocicos: el del caballo, el más importante pues “un mongol sin caballo es como un pájaro sin alas”, el de la oveja, la cabra, la vaca y el yak), y éste les proporciona los alimentos necesarios para subsistir y productos con los que mercadear. Y se les ve FELICES. Ciertamente es una vida rigurosa, ¡y mejor no pensar en el invierno con sus terribles heladas y unas temperaturas que llegan a alcanzar -30º!  (a esa situación extrema le llaman “dzud” y es fatal para sus rebaños, la peor ocurrió en el 99 muriendo 8 millones de reses), pero las ventajas son palpables: todos tienen su vivienda y un medio de subsistencia, ¡nadie es esclavo de una hipoteca!, aposentan ese ger donde les viene en gana (¡tienen todo un país para colocarlo!) y cuando se han cansado de estar a orillas de ese río o ese fastuoso lago pues tan sencillo como desmontar, formar una caravana con todos sus enseres y, ala, a otro lugar.

Y para esos traslados es esencial tener una casa “de quita y pon”. Y mejor que el ger ninguna. Con su planta circular, su techo cónico, salpicando aquí y allá el paisaje mongol. Para montarlo lo primero que se coloca de él es un cuerpo central que son dos columnas sobre las que se aposenta el “toono”, el redondo respiradero alrededor del cual se distribuyen las varillas o “uni”, al modo de una sombrilla gigante, aposentadas en su otro extremo sobre la “khana”, un armazón plegable que es el que hace de pared, forrado todo ello con fieltros, telas y tapices (cantidad, grosor y calidad dependerá del nivel adquisitivo). Es decir: sólo dos mástiles, una pieza circular de madera, unas decenas de varillas, un armazón plegable, unos cuantos fieltros ¡y en un par de horitas tengo lista mi casa!…
armazon del ger
el toono


las varillas uni
Asimismo, la distribución de ese ger es de lo más interesante. La puerta siempre mirará al sureste, al sol, mientras que al norte, el lugar más honorífico, estará reservado para un pequeño altar sobre el que se sitúan fotografías familiares, estampitas, velas y figurillas sagradas; a su derecha, el este, es la zona impura, con la cocina y la alacena, a la que le sigue una cama que por el día igualmente sirve de sofá; al otro lado, el Oeste, es el espacio puro y en él se ubica la lavadora, otra cama, el ajuar que se guarda en baúles y la televisión. (La energía la consiguen con placas solares y baterías y no hay ger que no tenga su parabólica). En el centro se halla una mesa baja y una gran estufa que sirve tanto de calefacción como de cocina, con un largo tubo de chimenea que busca la salida por el “toono”. ¡Ah, el toilette, que lo tienen, se ubica fuera: suele ser un recinto minúsculo cercado por unas tablas que llegan hasta media altura, otras en el suelo, un agujero y, lo mejor, las vistas a toda la estepa!
Chinjé
Estuvimos en muchos de estos gers, y en cada uno vivimos una experiencia de lo más grata. Incluso pasamos alguna noche en ellos. Por destacar uno: el de la familia de Tsongó que se había instalado a la entrada del lago Kovsgol, viendo al atardecer cómo ordeñaban y esquilaban los yaks, reunían sus caballos y luego entablando una entrañable tertulia ayudados de que la hija: la inolvidable Chinjé, de 15 años, chapurreaba algo de inglés. También con la inestimable colaboración de la intérprete que llevábamos con nosotros: Injer, otro de los grandes aciertos de cómo planificamos este viaje. Así supimos de sus costumbres y sus gustos, que la escolarización es obligatoria hasta los 12 años, que los nómadas lo que hacen es enviar a sus hijos en invierno en régimen de internado a la capital de su provincia (Mongolia está divida en provincias o “aimags” y cada una tiene su ciudad principal: Moron, Edernet, Karakorum, Arvaikher… donde se ubica el hospital, la administración, las escuelas, los mercados...)
las provincias de Mongolia
Esa noche acampamos a orillas de ese ger con el permiso de los Tsongó y fue memorable.

Os diré que el sistema por el que nos decantamos en este viaje era acampar 3-4 días (¡Mongolia es el paraíso de la acampada libre!), y al 3º-4º ir a un ger-camp turístico o un hotel (su calidad hay que ser comprensibles con el entorno en el que estás). Para desplazarnos contratamos una “furgoneta-tanque”, de esas rusas, cuadradota, (cuanto más robusta y menos lujosa sea, mejor. En Mongolia el 90% son pistas y nuestra furgo no tuvo ningún percance, de hecho en varias ocasiones tuvimos que remolcar a las más "pijas" con su aire acondicionado y demás. Pero es que, para más inri, la nuestra resultó ser más cómoda pues apenas daba botes y eso nuestros cuerpos lo agradecieron) Con su chófer: Sanaa, una interprete: Injé, y material de acampada (tiendas, hornillas etc). Lo hicimos a través de una agencia local: Bolod guesthouse y, sobre sus precariedades, sólo puedo ponerles un excelente. Con Sanaa e Injé hicimos muy buenas migas y todo fue rodado (nunca mejor dicho)
nuestra furgoneta surcando las estepas
Esas acampadas las realizábamos en unos parajes de esos de documental. Sobre el verde intenso de la estepa y bajo un cielo que, por supuesto, como en todos lados, es azul, sólo que aquí lo es todavía más, comprendiendo entonces que se califique a Mongolia como “el país del cielo azul”. Ya sólo esa estepa infinita y ese cielo sobrecoge, y si le añadimos la figura de un yak, o de una manada de caballos, o unos gers, aquello ya no tiene parangón.

¡Y ya está elaborado el estereotipo, y el tópico, de este país!: LA ESTEPA, EL CIELO Y LOS GERS.

Verdaderamente Mongolia es sinónimo de estepa, y empleamos muchas horas atravesándola, por pistas, (olvidaos de las carreteras, sólo existe la del norte a la frontera rusa y dos cortos tramos de salida desde Ulan Bator), pero esas horas de trayecto se nos pasaban volando, apabullados por aquella sensación de infinitud, continuamente rondándonos esa otra cita sobre este país: “el mundo cuando despertó debió ser así”.
Cuando se nos antojaba hacíamos un alto, y entrábamos a uno de esos ger pronunciando un “sainbaná”: hola, y un “bairlá”: gracias. Luego, acorde al protocolo mongol, nos colocábamos en la parte Oeste, mientras el cabeza de familia lo hacía a nuestro lado pero más al norte, el lugar de honor; (aunque esto siempre nos resultó muy flexible). Al pronto iba apareciendo gente, y más gente, y niños.... ¿De dónde salían? Eso era un misterio. Tened en cuenta que la densidad demográfica de Mongolia es bajísima (2´5 millones de habitantes para un país de 1´5millones de km. ¡Sólo 1´6hab/km!).
Parecía que estábamos solos y de pronto aparecía aquel tropel, viéndonos como una oportunidad para romper su rutina. Los críos, siempre espabiladísimos y graciosísimos, nos tocaban frotándonos la piel. Lo que les extrañaba no era nuestro color sino ¡los pelos! Mientras, sus padres se desvivían por ofrecernos su típico té (süütei tsai) que lleva leche (süü) de cabra, de yak, (la que más nos gustó, porque la de camella nos era demasiado agria), y su otro ingrediente es... ¡sal!! Y si no era té entonces nos obsequiaban con “airak”: leche de yegua que se deja fermentar (esto sí que nos resultaba demasiado radical para nuestros gustos) Luego venía el yogur (buenísimo), mantequilla, pastas, su típico queso llamado aaruul, seco, duro como una piedra…
Pero Mongolia no sólo es esa estepa, también hay frondosos bosques, y volcanes, y un Sur que es árido, dominado por el Gobi, un desierto de montaña donde la vegetación predominante son unos pequeños arbustos llamados “zak”, y en el que, como en todo desierto que se precie, hay dunas, ¡y qué dunas, tan estéticas, tan dibujadas!, pero se encuentran tan sólo limitadas a una larga y estrecha franja. Luego hay desfiladeros, glaciares (destacaría el de Yoly Am o “desfiladero del buitre”, tan cerrado que, a pesar de que entramos en él en pleno mes de Julio, aún tenía grandes bloques de hielo)... Y templos fascinantes donde asistimos a las pujas (las oraciones de los fieles), o vimos cómo los monjes recitaban los libros que el cabeza de familia les había llevado y en el que había ido escribiendo minuciosamente las vicisitudes de su prole…
en el Naadam
¡Mongolia también es eso!: los libros envueltos en vistosas telas aguardando a ser recitados;  y las banderolas que ondean al viento colgadas de un árbol sagrado donde se solicitan deseos; y el “deel” (su típica vestimenta)… Es recorrer los mercados; comer en sus “guanz” (cantinas) unas empanadas khuusuur o booz hechas con cordero… Es darle las preceptivas tres vueltas al “ovoo”, un monolito sagrado de piedras que se distribuyen por doquier y que tienen su origen en el chamanismo…

Es asistir al festival del Naadam (la fiesta nacional ¡que se remonta hasta la época de los hunos!, se celebra del 11 al 13 Julio, y en el estadio se realizan los “tres juegos viriles”: arco, lucha y caballos); Es la “garuda”, el baile imitando el vuelo del águila que realiza el campeón de esas competiciones de lucha, convirtiéndose en un ídolo nacional; Es su historia con Atila, Gengis Khan, Kublai Khan, Sukhbaatar, el ingenuo héroe que jaleó la entrada de los soviéticos en 1921, con los que se libraban de la dominación china pero ahora entraban en otra dura etapa de la que no pudieron escabullirse hasta 1992…; Es contemplar las intensas y sofisticadas danzas tsam con sus curiosas máscaras y sus distintos personajes, destacando Shava, el ciervo, que dialoga con su enemigo el cazador logrando que ambos lleguen a la reconciliación. ¡Y exactamente eso es Mongolia!: la amistad entre ciervo y cazador. Los brazos abiertos. La afabilidad. Esos niños que te tocan. Esa ingenuidad. Esa predisposición a ayudar siempre al prójimo. Y sí, “el mundo cuando despertó debió ser así”, pero no ya sólo por la pureza de su paisaje, también por la de sus gentes.


Bairlá (gracias) Mongolia; baisté (adiós). 

Si estáis interesados en ir a Mongolia habéis de tener en cuenta:

Mongolia es un país enorme. A no ser que dispongáis de mucho tiempo habréis de escoger entre su parte Central (que fue lo que nosotros recorrimos en unos 4000km), el Este o el Oeste, estos más monótonos, con distancias aún más largas y ¡aún más vírgenes!, en los que destacan desfiladeros, glaciares, etnias como los kazajos que son los que cazan con águilas, y lo demás: estepa y más estepa. (Air Mongolia cuenta con aviones que te desplazan a ese Oeste, hasta Ölgii,  pero al Este no hay otra que ir con el vehículo y son 2-3 días ¡sólo el traslado!)
Por libre por supuesto es factible, pero recuerda que no existen las carreteras, que el transporte público sólo enlaza las ciudades principales y en éstas deberás recurrir a las “van”, las furgonetas que se apostan en los mercados y que puedes alquilar privadamente o escoger la que, si tienes suerte, vaya a tu destino y que no partirá hasta que se llene. Aún así, hay lugares en los que estuvimos que están totalmente fuera de ruta de transporte público.
Respecto al tren sólo hay una línea que va de la frontera rusa a la china pasando por Ulan Bator; es la misma del transiberiano. Nosotros lo tomamos al final del viaje, desde Ulan Bathor a Hot Hot en la frontera chino-mongola.
(Hot Hot se ubica en la región china de Mongolia interior y fue otra de esas grandes sorpresas. Muy interesante)
La mejor forma de visitar Mongolia es contratar un vehiculo con chófer. Nosotros escogimos una agencia local y fue un acierto: Bolod guesthouse. Les realizamos nuestra ruta (a algunos lugares no tan trillados el chófer no había ido nunca y para él también supuso toda una experiencia) A pesar de lo precario de su material de acampada, de lo muy básico de su guesthouse (un piso cercano a la plaza principal de Ulan Bathor), les califico de sobresaliente, el trato que nos dieron fue excelente.





¡VAMOS A MONGOLIA!

4 comentarios:

  1. Hola Gustavo.
    Gracias por la información, acabo de leer tu articulo sobre Mongolia, país que quiero visitar el año que viene.
    He leído que contratasteis una interprete. Por medio de alguna agencia? Como os desplazasteis vosotros?
    Me recomiendas tour en agencia?
    Gracias por la informacion.
    Atentamente,
    Javier.

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    1. Hola javier! Mongolia es fascinante. Nuestro viaje fue en 2009.
      CON TRANSPORTE PUBLICO: A las principales ciudades mongolas es
      relativamente fácil acceder mediante la red de autobuses pero a las localidades
      secundarias habría que recurrir al transporte que se aposta en los mercados; y a
      algunos de los parajes a los que fuimos ni siquiera éstos llegan.
      Por tanto recurrimos a una agencia local: BOLOD GUESTHOUSE.
      http://www.bolodtours.com/
      El itinerario lo montamos nosotros, se lo enviamos via e-mail, le dieron el visto bueno y reenviaron un presupuesto conel que estuvimos de acuerdo. 110$USA/dia Al ser un grupo de 7 salimos a 16$pp/dia. Unos 13€
      Incluía furgoneta+chofer+cocinera-interprete+material acampada (tiendas, instrumental
      cocina, sillas, mesas)+gasolina

      Respecto al alojamiento acampamos 3-4 dias en mitad de esas estepas y al 3º-4º hicimos uso de un hotel o de un camp-ger turistico. ¡Resultó ser la mejor forma de viajar por Mongolia!
      ¡LA FURGONETA! resultó ser una lata cuadrada, sin ningún lujo. Un modelo ruso . Más bien un tanque. ¡LO MEJOR PARA VIAJAR POR LAS PISTAS MONGOLAS!, potente, estable, segura... Mecanicamente muy fiables.
      Nuestro chofer Saná y esa interprete: Injer fueron excelentes.

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    2. Muy buenas desde Almeria Gustavo,
      Mil gracias! Tu post-articulo sobre Mongolia ya era como para reservar vuelo una vez leido. Gracias por tu blog en General! Me ayudo mucho en mi viaje por Indonesia, Filipinas y Sudeste Asiatico en general.
      Buen viaje compañero.
      Un abrazo,
      Javier.

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