sábado, 21 de mayo de 2016

Heidelberg-Rottemburg-Munich-Bayrischell

1-MARZO
DE KARSRUHE A MUNICH
Para hacer este trayecto lo más rápido era tomar la autopista 8 que pasa por Stuttgart y Ulm. Unos 350km
Pero nosotros queríamos visitar HEIDELBERG a 40km al norte de Karlsruhe, apartado de esa ruta directa. Ese camino lo hicimos en poco tiempo.

Una vez entramos en Heidelberg seguimos las direcciones de “centro”. Cuatro calles antes de llegar a la gran PLAZA BISMARCK que es la entrada a la CIUDAD VIEJA aparcamos en un parking de un centro comercial, (Scheck-in center)

La ciudad vieja de Heidelberg


Esa altstadt es un rectángulo surcado por tres largas calles en paralelo, siendo la principal la de en medio: Haupstrase. 
Sus limites los marca a un lado el RÍO NECKAR, que es el  afluente más importante del Rhin, y al otro la colina sobre la que se asienta el imponente CASTILLO. 

Puesto que el ascensor del parking nos hizo salir al mercado de ese centro comercial  aprovechamos para dar una vuelta por él, viendo lo exquisita y minuciosamente alineados que estaban los productos (¡esto es Alemania!), leyendo que 500gr de limones son 2€, 1kg de tomates 4´6€, o 1kg de mandarinen ¡aus Spanien! 2´49€.

El paseo hasta la plaza Bismark lo hicimos por una amplia avenida, de denso tráfico y  edificios de 3-4 pisos. A partir de ella nos zambullimos en un paisaje totalmente distinto. Por la semipeatonal Haupstrase nos adentramos en la ciudad vieja.  


Haupstrasse
Pasamos la PLAZA DE LA UNIVERSIDAD (Heidelberg posee la universidad más antigua de Alemania y de ella han salido varios premios Nobel) y llegamos hasta la PLAZA DEL MERCADO donde vimos la iglesia de Espiritu Santo y el ayuntamiento que albergaba la oficina de turismo. 

Siguiendo siempre en línea recta a pocos metros nos encontramos con la plaza del mercado de grano (Kornmarkt) desde donde tuvimos las mejores vistas del castillo, sito en lo alto de la colina. (Se puede visitar. Un funicular en esa plaza del grano facilita acceder a él 5€ I/V. Si no, a pie son 10-15min) 
Plaza del mercado de grano. El castillo en lo alto
Plaza del mercado. El ayuntamiento
 Las dimensiones de esa ciudad vieja son pequeñas. Nos acercamos a ver el NECKAR 
A la otra orilla del río, Heidelberg sólo poseía una línea de atractivas casas y luego se continuaba en una colina ocupada por la vegetación. Entre ella discurría a media altura y en paralelo al río un tranquilo paseo llamado el Camino de los Filósofos.
Nosotros seguimos la orilla del Neckar hasta EL PUENTE VIEJO al que se accedía entre dos torres (la bonita puerta Brukentor)
puerta Brukentor
A la vera de esta puerta se encontraba la ESTATUA del GATO. 


puente sobre el Neckar. El camino de los filosofos a la otra orilla
la autopista 6


Regresamos a la plaza Bismarck, recogemos el coche y partimos. 
En principio por la vía más directa a Munich, esto es: de Heidelberg a Stuttgart y allí enlazar con la 8. Y la cosa marchaba bien, por esa buena autopista, a 130-150km/h ¡y me adelantaban!, hasta que, antes de salir a esa 8, vimos un letrero que ponía Munich y allá que fuimos. ¡Error! pues ese desvío nos condujo a la autopista 6 que discurría más al norte y en línea más recta en vez de en diagonal como hacía la 8, lo cual suponía cerca de 100km más. 

Ahora bien, fue un error genial pues nos permitió visitar Rothenburg ob der Tauber, situado en esa vía 6, ¡Que lugar más impresionante!

Un pueblo totalmente amurallado. Tres soberbias puertas defensivas, con sus torres y fosos, daban acceso a  él. Su interior estaba 100% conservado, con sus preciosas casas medievales, sus calles de cuento, y esa plaza principal aún más magnífica

Aparcamos sin coste en la calle fuera de esas murallas, al lado de la puerta Rodertor que ya presagiaba lo que íbamos a encontrar una vez la sobrepasáramos. 
Y, efectivamente, tras ella nos adentramos a una calle adoquinada parecía de siglos pasados, sin tráfico, las casas de tejado triangular, coloridas. 
Puerta Rodertor

Desembocamos en esa plaza del mercado con su espectacular ayuntamiento, la columna sobre la que se erige la figura de san Jorge dando cuenta del dragón, los vistosos edificios municipales... 

Paseamos por esas calles llenas de sabor, descubriendo los detalles en la decoración de esas casas, algunos tan simples pero muy originales como los topes de las persianas de las ventanas, que eran unos pequeños bustos de bronce. 




Vimos a los artesanos, uno de ellos grababa la madera con un punzón eléctrico. Pasamos por la iglesia de San Jacobo, por la puerta Burgtor situada al Este que nos dio paso al parque del mismo nombre desde el que tuvimos las mejores vistas de esta ciudad. 





En la pastelería Zuckerbackerei nos tomamos un dulce típico: 

los schneee ballen, 

unas grandes bolas de pasta dulce que se embadurnan al gusto, con distintos componentes: chocolate, azúcar glass, vainilla... 

¡Estaban de muerte!-2´5€
 

Encantados de haber visto Rottemburg partimos hacia Munich a 240km por buena autopista. En 2h llegamos a 17´30h.

De haber tenido más tiempo en ese camino se encontraba el desvío a otro de esos pueblos repletos de encanto: Dinkelsbuhl

MUNICH
Su entrada: extensos barrios de extrarradio, enredos de calles, tráfico... Tan gris como el  color de ese cielo que nos techaba, de aguanieve.

¡Aunque esa entrada nos deparó una sorpresa!: nos condujo al palacio NIMPHENBURG donde hicimos nuestra 1ª parada. Alargado, “versallesco”, situado frente un lago, y todo nevado.

Los otros palacios son el Residenz, el de Herrenchiemse con su célebre galería de los espejos, el Dachau y el Schleizheim.

Continuamos hasta el centro. Nuestra intención era dar un paseo por la ALTSTATD, la ciudad vieja. 

En ese centro, a dos pasos de la ciudad vieja, estaba la gran estación Hauptbanhof, de trenes y buses, (entre ellos los del aeropuerto). A su alrededor la mayor concentración de hoteles. ¡Por cierto, alojarse en Munich tiene su precio!

Aparcamos en el parking municipal de esa estación. 1h-3€.
Aparcar en la calle es zona azul, con parkimetros, sólo se permite un máximo de 2h y en ese centro su precio es similar al de un parking.
¡Cuidado a no entrar en un parking no municipal, es fácil confundirse! Vimos uno donde la hora eran 5€.

Salimos de esa estación que no era un dechado arquitectónico. A su alrededor todo seguía siendo caótico y con esa grisura.
En menos de 5 min estamos en la KARL PLATZ, amplia y circular, 
Karl platz
En ella la KARLSPLATZ TOR, una de las puertas de entrada, la Oeste, a LA CIUDAD VIEJA  Parecía de cartón piedra. 
Karlsplatz tor

Nos dio acceso a la avenida Neuhauser, peatonal, que ensartaba ese centro histórico longitudinalmente. Como este presenta una forma circular esa calle sería su “diámetro”, dividiéndola en dos semicírculos.
Ésta sí era una avenida muy atractiva, concurrida, muy animada. 
Pasamos la iglesia de San Miguel y en menos de 10 min alcanzamos la imponente CATEDRAL y su vecina Marien platz con la columna de María y el ayuntamiento en el que estaba oficina de información turística. 

En el “semicírculo Sur” la calle Sendlinger que nacía desde esta Plaza de María y discurría en diagonal nos desembocó en otra de las puertas de entrada, de igual nombre, pasando antes por el museo de la ciudad y por la iglesia de Asam, un capricho de los hermanos Asam  que la construyeron entre 1733 y 1746, sólo para ellos, en un estilo rococó. Debido a la oposición de los ciudadanos, se vieron obligados a abrirla al público.
Vuelta a la Merienplatz se hallaba el vecino mercado Viktualienmarkt, célebre sobre todo en el October fest

En esa plaza vimos diversos puestos gastronómicos que ejercían como tienda y también como restaurante. Usaban las mesas comunitarias al aire libre, el problemilla era que ese día de Febrero tenían dos palmos de nieve sobre ellas. 

En medio de la plaza, entre los puestos, vimos la columna bávara, a modo de abeto. En realidad es la forma de un instrumento musical tradicional bávaro. 

Pasamos al “semicírculo Norte”, y entre sus calles descubrimos la residencia ducal y ¡otro de los grandes monumentos de Munich: la cervecería Hofbräuhaus!, que funciona desde 1897. Con su decoración y ambiente bávaro 100%. 
cerveceria Hofbräuhaus




La gente compartía las largas mesas, los camareros pasaban cargados con jarras de cerveza de litro (no es posible pedir otra medida), una orquesta amenizaba la velada, con los músicos ataviados con el traje tradicional, dirigidos por una venerable mujer con su buen montón de años a cuestas. ¡Vamos, todo un topicazo, pero yo no me iría de Munich sin pasar a tomar algo aquí! 

la directora de orquesta
La carta era amplia. Para no salir de esos tópicos pedimos Schweinshaxe (codillo al horno) y Surhaxe (codillo cocido) regado con su cervezón (una hofbräu original y una dunkles radler (con limonada) De postre, como no, la apfelstrudel (tarta manzana) Todo excelente. 25€pp 

speisekarte-menú

schweinshaxe

Tras la típica, tópica, y genial, cena bávara nuestro paseo continuó otros 5 min hacia la calle más señorial de Munich: la Maximilianstrase y nos ubicamos en la Plaza Max Joseph y, por encima de esta, la Odeonsplatz. El entorno de ambas era monumental, (aunque no nos dejó deslumbrados), con los teatros, el gran complejo RESIDENZ, el Feldherrnhalle o Pórtico de los Mariscales, los jardines de Hofgarten... 

Sobre ellos se extendía un parque de considerables dimensiones: el english garden, con el monóptero. Pero hasta ahí ya no llegamos. Seguimos hacia el Oeste por la desangelada promenade y de esta de vuelta a la Karl platz. En ese camino vimos un palacete reconvertido en un café-restaurante: la Kunstlerhaus.

Recogimos el coche y nos encaminamos 60km hacia el Sur, hasta el recóndito BAYRISCHELL, casi en la frontera con Austria, donde estaba nuestro hotel.
valle de Bayrischell
Salimos de Munich dirección Salzburgo, haciendo uso de los largos túneles. Para ser una autopista tan importante no estaba iluminada, la señalización era deficiente, ¡por los pelos no nos pasamos el desvío a la 307!, una carretera muy rural, alpina, preciosa, cada vez más nevado, entre aldeas de montaña, lagos, iglesias solitarias...
Bayrischell

Llegamos a las 22´45h al hotel Alpenhoff situado a la entrada del pueblo de BAYRISCHELL el cual se ubicaba en el seno de un soberbio valle de esos de Heidi.

Alpenhoff hotel
El hotel era una gran casa típica, muy bonita exteriormente, y por dentro pomposa, con estatuas de vírgenes y santos, molduras...
Lo mejor era su spa y la gran piscina acristalada, ¡máxime si fuera estaba nevado!
A la mañana nos dimos un baño apoteósico en esa piscina, la vista se perdía a aquel entorno de montañas blancas. 

Luego dimos cuenta de otro de esos completísimos desayunos buffet, para después descubrir Bayrischell, una aldea de montaña pequeña, con una veintena de casas y su iglesia, frecuentada por esquiadores. 

3Marzo: SALZBURGO:  El remate a esta escapada de 5 días será Salzburgo, a 100km de Bayrischell. (135km desde Munich)

Para salir de Bayrischell seguimos avanzando por esa carretera rural que aún se hizo más espectacular. 

Una veintena de km hasta alcanzar la autopista. ¡No queríamos que ese trayecto se acabara!
la idilica carreterita

De primeras fuimos saliendo del valle encaramándonos a la montaña. Las vistas desde esas alturas eran magníficas. Luego nos adentramos entre un paisaje boscoso, de abetos y pinos. Aislado. Pasamos a la vera de varias madereras. Atravesamos el pueblo de Brannenburg y salimos a la autopista.
Pasamos a Austria. Para circular por sus autopistas compramos la vignette-8€.
La gasolina estaba a 0´98€. Llenamos.

1 comentario:

  1. No hay ciudad europea que no se ilumine en las fiestas de fin de año. Munich no podía ser la excepción así que sus calles se llenan de luces y adornos y aunque la voracidad consumista de la gente también se acrecienta no se la siente t https://la-voz.net/el-lanzon-monolitico/

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